Como resultado del modelo occidental de explotación del medio ambiente, los recursos naturales se agotan cada vez más en numerosas regiones del mundo. Así, cada vez mayor cantidad de personas dispondrán de menores recursos para su sobrevivencia. El resultado: conflictos violentos opondrán a todos aquellos que pretendan obtener alimentos de un mismo espacio geográfico, o beber de las mismas fuentes de agua. Dentro de poco, la distinción entre refugiados que huyen de las guerras y refugiados que huyen de su medio ambiente, entre refugiados políticos y refugiados climáticos, no tendrá más valor, puesto que se multiplicarán nuevas guerras provocadas por la degradación del medio ambiente.
Las guerras provocadas por el clima serán la forma directa o indirecta de la resolución de los conflictos en el siglo XXI. La violencia tiene un futuro promisorio: la humanidad asistirá no solamente a migraciones masivas, sino a soluciones violentas a los problemas de los refugiados, a verdaderas guerras por el acceso a los recursos.
En un magistral ensayo de configuración de nuestro futuro, nutrido de las enseñanzas de la historia pero analizadas en su especificidad, Harald Welzer ha escrito la primera historia del siglo XXI. Y esa historia debe ser, sin dudas, leída con preocupación.