Las fuentes mágicas son hijas de las novedades tecnológicas presentadas en las exposiciones universales de finales del siglo XIX. La técnica de iluminar el agua fue perfeccionándose y tuvo uno de sus momentos culminantes en la puesta en escena efectuada en la Exposición Internacional de Barcelona de 1929. Su creador, el ingeniero visionario Carles Buïgas, eufórico por el éxito del dispositivo, empezó a planear nuevos proyectos, llevando al límite las variaciones sobre el tema de las fuentes: mundos subterráneos ;un túnel en el estrecho de Gibraltar;, islas flotantes sobre el Atlántico, una Nave luminosa que pasearía por el mundo cargada de fuentes a bordo o un «Teatro integral de agua-luz-música» pensado para Madrid o Barcelona.