Durante años se pensó que las cartas de Himmler a su esposa Marga se habían perdido definitivamente. Sesenta años después del suicidio de éste, reaparecieron en Tel Aviv, y hoy nos permiten sumergirnos de una forma inédita en la vida privada, y en la mente, de una de las figuras más importantes del régimen nazi.
Frente a la idea generalizada de que, tras su nombramiento como Reichsführer SS, Heinrich Himmler se «fundió» sin más en la organización, sus cartas revelan su estrecha relación con Hitler desde los años veinte y confirman que era el gran ideador de la Solución Final.
El que fue uno de los mayores criminales del siglo xx era un hombre que se debatía entre la banalidad y la vanidad, entre la distancia y la cercanía con su familia, preocupado por construirse una esfera privada armoniosa al tiempo que organizaba, de manera cotidiana, la persecución y el exterminio en masa.
En su última carta, del 17 de abril de 1945, Himmler se despide con un «Heil Hitler! Con amor, vuestro papi». Por aquellos días, a espaldas del Fürher, se esforzaba por negociar secretamente con los aliados. Unos días más tarde, el 22 de mayo, ingirió una cápsula de cianuro que le permitió eludir su comparecencia ante los vencedores.