Cuando tras la muerte de Franco se abrieron las puertas de las prisiones para dejar salir a los opositores políticos a la dictadura, nadie imaginaba lo que vendría a continuación. Ante la omisión de su causa en las medidas de amnistía, los presos comunes subieron a los tejados para reclamar la libertad y un cambio radical del sistema penal y penitenciario.
Al frente del movimiento de presos sociales, la COPEL (Coordinadora de Presos en Lucha) firmó los manifiestos que acompañaron las huelgas de hambre, autolesiones y motines mediante los que se reivindicaron como víctimas del franquismo. La deriva cada vez más violenta de estas acciones, tanto en su desarrollo como en la respuesta gubernamental, marcó de forma indeleble los años de la Transición. Fue tal la relevancia que adquirieron las protestas y tanta la alarma social que generaron las imágenes dantescas de prisiones destrozadas y presos heridos o muertos, que el gobierno se vio empujado a emprender una reforma urgente del sistema penitenciario. Pero a pesar de su temprana aprobación, la reforma tardó bastantes años en ofrecer resultados y no todos estuvieron en la línea prevista, mientras las condiciones intramuros se degradaban a ritmo acelerado a causa de la proliferación del consumo de drogas y la masificación.
A través del estudio de la conflictividad carcelaria de los años de la Transición, Cárceles en llamas explica en detalle el proceso de transformación de las prisiones franquistas hasta el sistema penitenciario vigente en nuestros días. Un recorrido atravesado por episodios oscuros y zonas de sombra sobre los que esta obra aporta luz y rigor, sin renunciar a un enfoque crítico que cuestiona el discurso hegemónico sobre el proceso que sentó los pilares del encierro contemporáneo en nuestro país.
Prólogo de Daniel Pont Martín